(Jesús
dijo:) Les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el
amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos. Juan
17:26
Yo
soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá
la luz de la vida. Juan
8:12
Hace algunos años se cambió la
iluminación de la torre Eiffel. En lugar de los enormes proyectores que
iluminaban su fachada exterior, un gran número de pequeños proyectores,
instalados en el interior de los armazones, iluminan cada uno de sus elementos.
¡El resultado es impresionante, pues la torre no solo se ve iluminada, sino que
parece como si de ella misma saliese luz!

Y continuó diciendo a su auditorio: «¿Conoce
usted a Jesucristo? ¿Ha iluminado él su ser interior? ¿Vive en su corazón? Lo
que el sol hace en la naturaleza, Cristo puede hacerlo en su vida espiritual.
Un hombre sin Dios es como alguien que camina palpando en la oscuridad. Pero
Jesús quiere entrar en su vida, iluminar sus pensamientos, permitirle actuar
como él, controlar sus palabras, su comportamiento».
Entonces el creyente tendrá luz en
sí y reflejará la claridad divina. Jesús declara: “Yo soy la luz del mundo”, y
también: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14). Cuando nos volvemos
hacia Jesús, empezamos a reflejar su luz.
“Así alumbre vuestra luz delante de
los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre
que está en los cielos” (Mateo 5:16).
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